miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuando la ciencia cae destruida por el pensamiento de un niño

Tras unos días de paréntesis y muchos kilómetros a la espalda vamos a finalizar la serie en la que construíamos los tres pilares que nos mostraban la impotencia de la inteligencia humana para poder asimilar y comprender la compleja realidad que nos rodea.
Pero hoy vamos a derrumbar esos pilares que parecían cimentados en lo más profundo de la tierra con un simple suspiro, con el pensamiento simple pero también real de un niño.
Vamos a descubrir la llave que nos permite vivir en un mundo de imposibles.
Comencemos con el primer pilar: Heisenberg la Incertidumbre.
Nada es lo que parece, a física nos demuestra que es imposible llegar a conocer el valor de más de una simple variable, no podemos asegurar nunca que sabemos la posición y velocidad de algo que se mueve ante nuestros ojos.
Pero como un audaz prestidigitador, un niño niega esta realidad con una simple frase: "pásame la pelota".
Y lanzamos el objeto y con una precisión que supera a los más modernos computadores, un niño calcula la velocidad y posición del objeto y alargando su mano hace desaparecer la incertidumbre de nuestra realidad, porque él SÍ es capaz de saber, quizás precisamente porque desconoce la fuerza de las leyes de la física, porque en su realidad que es la nuestra atrapar la materia entre nuestros dedos es un juego de niños.
Pronto mucho más Navegantes.
PD. En los comentarios os dejo una explicación menos romántica y quizás más científica (aunque no más verdadera)