lunes, 24 de agosto de 2009

¿Vida o Muerte? Cap. II

Como hemos visto anteriormente, desde el punto de vista de la Física es fácil entender que somos eternos, la materia al igual que la energía que nos conforma ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Es más, como ya comentamos en la primera parte, la diferencia entre la materia viva y muerta es, al menos para nosotros, simples humanos, indistinguible.
¿Pero que ocurre desde el punto de vista biológico?...
Para sorpresa de más de uno, nuestra composición biológica está "creada" para ser prácticamente eterna.
Muchos pensarán que el hombre se eterniza en su propia descendencia a través de los genes, un código que se transmite de padres a hijos y que nos permite de alguna forma permanecer en este mundo más allá de nuestros sueños. Si bien esto es cierto, aquí hablamos de dar un paso más, de sobrepasar los límites de la longevidad y vivir para siempre.
Y no hay que buscar muy lejos, el secreto de la vida eterna está escrito en nuestro propio cuerpo, en las células progenitoras.
Estas pequeñas piezas (también conocidas como células madre) son el origen de nuestros órganos, celebro, piel... son el componente básico de la vida y curiosamente, tienen la característica de vivir casi eternamente. Si colocamos estas células en un cultivo, podremos observar cómo son capaces de sobrevivir durante años, décadas, siglos... son prácticamente indestructibles... prácticamente...
Es una curiosa contradicción: el hombre se origina de estas células y es el propio ser humano el que las destruye para convertirse en el ser finito que somos... Quizás la vida eterna no sea tan buena... o quizás aún no hemos sabido descubrir el regalo de los Dioses...
¿Quién sabe?...
Hasta la próxima navegantes.