martes, 16 de febrero de 2010

Tercer Pilar. La Filosofía

Parecía que nunca íbamos a finalizar la miniserie sobre los tres grandes pilares del Desconocimiento, pero después de vencer algunas dificultades por fin descubrimos la tercera gran verdad de la limitación del conocimiento humano. Y esta columna nos la descubre una de las ciencias más antiguas de la humanidad: La filosofía.
Pero al contrario de lo que muchos hacen, no nos vamos a distraer con complicadas disertaciones de pensadores que más que aclarar nos terminan desorientando en el laberinto del pensamiento.
Quizás lo más simple sea lo más bello, y para representar la última de nuestras tres verdades usaremos una frase bien conocida, una realidad irrefutable:
"Nunca un hombre puede bañarse dos veces en el mismo río, porque la segunda vez ya no será ni el mismo hombre ni el mismo río".
Esta simple frase del navegante Heráclito, pronunciada mucho antes de que la física o las matemáticas establecieran las leyes del caos y de los cuantos, pone de manifiesto el poco o nulo control que tenemos sobre lo que nos rodea.
Todo fluye: tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra (el tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras)...
Creemos sujetar nuestro destino en nuestras manos, una ilusión de unas marionetas que no consiguen ver los hilos que la sujetan.
Como hemos visto, la física nos muestra que todo está en incertidumbre, que es imposible ser y estar, las matemáticas y la informática nos enseñaron que el conocimiento es finito, que algo tan simple como averiguar si un reloj se detendrá puede convertirse en el mayor enigma de todos los tiempos. Y ahora, un simple pensamiento nos revela la última verdad de nuestra esencia: que nuestra existencia se limita a fluir dentro de la inercia del tiempo, que somos esclavos de nuestra realidad, falsos Dioses en una jaula de oro.
Pero no desesperéis Navegantes, porque quizás en el próximo comentario os descubra una cuarta verdad que abra las puertas ahora cerradas.
Nos vemos pronto.